si existiera el premio Noblel de caricatura, Quino seria el mejor candidato y esta su obra maestra. |
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martes, abril 17
lunes, abril 16
RETRATO DE LA MISERIA
Kevin Carter (1994) - The New York Times foto ganadora del "premio" Pulitzer. Impresionante denuncia gráfica.
No puede haber una foto mas dramática y angustiante que esta. Es el fiel retrato de la miseria que llega a niveles inimaginables, que ni en pesadillas se imaginan, y sin embargo, es el diario vivir (o morir) de millones de seres humanos.
COLOMBIA: SELVA, CULTIVOS PARA FINES ILICITOS Y REORDENAMIENTO TERRITORIAL: ¿REVERSAR El DESARROLLO HACIA ADENTRO?
Por Milton Rengifo H.
Nota del editor: Este articulo fue escrito hace ya varios años por el citado autor, y publicado en una pagina web ambientalista, pero hoy lo transcribimos por su vigencia, que cobra mayor trascendencia en la epoca de las grandes "locomotoras" tan anunciadas por el gobierno nacional, que tendrán gran efecto ( nada positivo) en nuestros mares, rios y bosques. Vale la pena leerlo y repensarlo de acuerdo con las circunstancias actuales. ("locomotoras", TLC´s, ley de tierras, debate sobre despenalización, etc.)
El manejo de la selva tropical ha dejado de ser el campo de reflexión de especialistas,
un tanto exóticos, para convertirse en tema de discusión política.
(Myriam Jimeno S., en "La Selva humanizada")
un tanto exóticos, para convertirse en tema de discusión política.
(Myriam Jimeno S., en "
La complejidad asociada al problema del narcotráfico hace que las ramas no dejen ver el follaje. En efecto, la conjunción de factores como el desplazamiento violento, la fumigación química, la deforestación, la praderización, el desarrollo alternativo, la financiación de grupos armados, entre otros, hace olvidar las causas estructurales de un fenómeno que junto a otros hunde sus raíces en la misma construcción histórica del país. El discurso dominante apela a "satanizar" a los "cultivos ilícitos" y considerarlo como el único y gran responsable de la crisis política y social as! como del incremento de la guerra interna y el narcotráfico. Discurso nada más alejado de la realidad.
Por su parte, grandes sectores sociales y políticos distintos al bipartidismo, reclaman con urgencia un proceso de ordenamiento territorial del país que tenga en cuenta realidades por mucho tiempo ocultas y desconocidas por la élite, entre ellas, la diversidad regional y cultural de la nación, una nueva gestión de lo público, la necesidad de la descentralización política y económica y el uso y destinación de los suelos urbanos y rurales. Para el maestro Antonio García N., "en una geografía de grandes espacios - dos litorales oceánicos, la cordillera andina, los llanos orientales y la hilea amazónica- la historia de la sociedad colombiana se ha reducido a un limitadísimo archipiélago de grandes comarcas, valles y altiplanos"(1) lo que explica "el que Colombia sea un país de geografía fundamentalmente marítima - emplazada sobre los dos océanos que circundan a la América Latina y la relacionan con el mundo- pero cuya historia se recluye en los corredores y macizos andinos de tierra adentro".(2)
La industria nacional, por ejemplo, ha estado orientada al mercado interno, lejos de las costas donde el país posee ventajas comparativas por concepto de costos de transporte y localizada en ciudades como Bogotá(3), generadora hoy casi el 25% del PIB nacional y donde empiezan a asomarse inquietudes ambientales, tanto respecto del agua que aquí se consume como de la acelerada urbanización de una de las mejores tierras cultivables del país, la Sabana de Bogotá.
En medio de la guerra que padecemos, es obligatorio adelantar propuestas de solución, entre ellas, algunas destinadas a enfrentar el problema de los cultivos para fines ilícitos. Una visión ambiental debe abarcar todas las variables y expresiones de la cultura, entre ellas, la política y la economía, y sus efectos sobre la naturaleza. Retornando de nuevo a Antonio García, "las visiones planas y sin perspectiva del universo físico en que se desenvuelve, desarticulada y confusa la nación Colombiana" debe dar paso a otras verdaderamente democratizadoras y generadores de paz en nuestra sociedad.
Es cada vez mas aceptado que la proliferación de los cultivos ilícitos en zonas de colonización se debe, entre otras muchas causas, a la paulatina y progresiva expulsión de miles de campesinos del centro hacia zonas alejadas del país. Tal como se ha dicho, antes de los cultivos estuvo presente el problema de la tierra.(4) "En la distribución de la tierra, podría decirse, está el origen de los sangrientos conflictos políticos y sociales que han marcado la historia del país en este siglo. Para poseerla se han hecho leyes, se han declarado guerras, se ha perdido la vida. Ha sido más importante incluso el hecho de tenerla que ponerla a producir."(5) En la última década habría que agregar a esta irracionalidad, la implementación de políticas económicas sectoriales que han arrasado con cultivos y disparado a niveles no conocidos el desempleo en campos y ciudades.(6)
La diáspora interna, representada por miles de campesinos abandonando ciudades, laderas y valles interandinos significó el comienzo de la incuestionable tragedia ambiental de nuestras zonas de colonización, hoy escenario principal de la confrontación social y armada. "La colonización se convierte en un mecanismo de desplazamiento permanente que a la vez que reproduce la pobreza, aumenta el desempleo y genera el latifundio, destruye la selva. Este conjunto de factores explica dos fenómenos que se afianzaron en las zonas de colonización: las guerrillas y los cultivos ilícitos.(7) Para 1995, se calculaba en 110 mil hectáreas el área total del país dedicada a cultivos para fines ilícitos, 83.6 mil de las cuales para coca, 6 mil para amapola y 20 mil para marihuana.(8)
El papel del Estado colombiano en este proceso no ha estado exento de criticas. Desde 1992 se planteaba: "... sin duda los grandes narcotraficantes son brutales depredadores del ambiente con la tala de selvas, bosques y montes que realizan y la degradación de las aguas que impulsan por medio de contaminantes. Sin embargo, el gobierno no puede estimular, aun más, esta práctica con la imposición de su política punitiva, que sólo motiva un traslado físico y un movimiento geográfico del cultivo. Su responsabilidad es contener y disminuir el costo ecológico y ciudadano de las drogas, buscando evitar la perversa lógica de incrementar -mediante sus acciones- la expansión territorial y mercantil de esta problemática.(9)
Estos desplazamientos sin duda se pueden repetir en zonas del territorio nacional con presencia de cultivos para fines ilícitos, (Macizo Colombiano, Cordillera Central, sur de Bolívar y Catatumbo), a partir del desarrollo del componente militar del anunciado Plan Colombia, estrategia que pretende reducir al 50% la oferta de narcóticos en un plazo de seis años.(10)
Ante la magnitud del asunto, se han ensayado diversas alternativas, dentro de la cual se destacan el PLANTE, programa oficial para la sustitución de cultivos ilícitos. El PLANTE se enmarca dentro de la estrategia de erradicación de cultivos ilícitos en zonas de colonización y contempla, entre otros, la siembra de cultivos como el caucho, la palma africana, cacao, caña de azúcar y cultivos de origen amazónico, la cría de ganado, entre otros.
Tal propuesta ha recibido fuertes criticas, sobre todo por desconocer la composición del suelo amazónico, no indicado para cultivos tradicionales y por utilizar técnicas de cultivos propias de la Revolución Verde (agroquímicos). Para algunos especialistas, "los programas de desarrollo alternativo se han caracterizado por el esbozo de propósitos de corto plazo imposibles de cumplir, por una excesiva improvisación en su diseño y ejecución, la atomización y bajo impacto de los proyectos", además de -y sería lo más grave- "degradar al desarrollo alternativo a la condición de subsidio complementario de las acciones de erradicación forzosa".(11)
Los defensores de la política de erradicación forzosa argumentan que los procesos de colonización son una construcción social compleja grande y difícil de desconocer y desmontar. Otros contra argumentan que si bien es una construcción social, no quiere decir que haya sido la mas afortunada e indicada.
Por su parte, la erradicación forzosa, apoyada básicamente en la fumigación con químicos ha significado que en Colombia se hayan utilizado "casi 650 mil galones de glifosato desde 1992 a 1998 ...en el mismo lapso el potencial productivo creció dos veces".(12) Es así como de 293.700 toneladas de hoja de coca en 1996 se pasó a 303.000 toneladas en 1998.(13) Debe advertirse de las consecuencias ambientales de la aplicación de químicos en zonas de alta pluviosidad como el Amazonas.
Recientemente, en las discusiones alrededor del Plan Colombia, organizaciones campesinas e indígenas han hecho ver la inocuidad de la erradicación forzosa e incluso la manual. En su visión, de mediar la voluntad política necesaria para abandonar los cultivos para fines ilícitos, la misma selva se encargaría de arropar y destruir tales cultivos, sin que media la intervención humana.(14) Este proceso se conoce como resiliencia. También se recuerda que previo a la aparición de los cultivos para fines ilícitos, en los años setenta el Caquetá, Guaviare y Putumayo tenían presencia de economías lícitas, a través de la producción porcina que determinaba precios del producto en las principales ciudades capitales del país.(15)
La selva ha sido, desde los siglos XVI y XVII, epicentro de una actividad extractivista derivada de la apropiación de oro, quina, caucho, plata, platino, fibras, maderas, pieles, pesca y últimamente la coca. Esas actividades han desconocido características propias de la selva húmeda tropical, las cuales imponen dificultades para su manejo y causado un innegable impacto negativo en su conjunto.(16)
La selva acumula nutrientes, especies y estructuras en un medio adverso y alta pluviosidad. En realidad es una trampa de nutrientes que acumula una enorme riqueza y que se expresa en su exuberancia. Los suelos selváticos aprovechan ese complejo proceso donde las pérdidas de nutrientes son mínimas para sostenerse. Pero es la selva como sistema, no los suelos que la soportan y que siguen siendo pobres, la que garantiza mantenerse en el tiempo. Al intervenir el hombre, hay un escape de nutrientes que sólo soporta pastos al cabo de los años. Por ello, "cualquier intento de utilización intensiva de la selva conducirá irremediablemente a su destrucción... La mejor utilización posible de la selva es su conservación".(17)
La colonización y la ocupación de la selva no tienen ninguna justificación. "Es casi innecesario plantear argumentos en contra de la colonización y de la transformación de las áreas selváticas. Las grandes áreas selváticas del planeta, en especial Amazonía, son, junto con el mar, los principales reguladores climáticos del planeta. cuya desaparición aceleraría los fenómenos de cambio global con consecuencias impredecibles." Por ejemplo, en los años ochenta se presentó en el Caquetá una crisis ambiental expresada en cambios de los regímenes climáticos que generaron incendios y plagas coadyuvando en el fin del proceso de colonización productiva, antecedente del ciclo especulativo basado en los cultivos para fines ilícitos.(18)
Para enfrentar lo que se considera una errática política del Estado colombiano y de los países interesados en disminuir la oferta de narcóticos, en especial, los Estados Unidos y sus diversas agencias especializadas frente al tema de los cultivos para fines ilícitos, sectores de la academia, ONG'S, organizaciones campesinas, políticas, ambientalistas, gremios de la producción, entre otros, han intentado aportar propuestas alternativas que se sintetizan así(19):
- Permitir el libre cultivo de la coca y proyección de unidades ganaderas de 60 reses doble propósito en 30 hectáreas, garantizando autogestión y seguridad alimentaria.
- Establecer un pacto de paz con la Amazonia , respetando la vocación forestal bajo un adecuado manejo ambiental y socialmente sostenible, lo que permitiría un repoblamiento ganadero, teniendo en cuenta que por lo menos en el Caquetá pastan un millón de cabezas de ganado pero existen pastos para tres millones. El repoblamiento implicaría el establecimiento de praderas mejoradas, arreglos silvopastoriles, bancos de proteínas, de forrajeras y pastos de corte y las condiciones para su comercialización.
Como se puede ver, algunas de las alternativas de solución a la presencia de cultivos ilícitos en zonas de colonización adolecen de la perspectiva histórica del problema de la tierra y continúan lamentablemente en la línea del cortoplacismo y del desconocimiento del ecosistema selva. Si todos los desarrollos posteriores en la explotación de la tierra y de los recursos de la selva se hicieron por derivación de un estado de cosas impuesto por la fuerza de una realidad social una salida realista debe plantearse la reversión voluntaria de los grandes procesos de colonización de los últimos 25 años. En ese sentido, otras propuestas apuntan a:
- Utilización de los suelos de acuerdo a su vocación y en especial de mas de cinco millones de hectáreas para la agricultura que están desperdiciadas por la ganadería extensiva de los latifundios, en especial en el centro y la costa norte del país. Esto exige un reordenamiento de la propiedad, una verdadera ley de Reforma Agraria que en las circunstancias actuales permitiría extinguir el dominio de predios inadecuadamente explotados y trasladar voluntariamente a muchos de los colonos dedicados hoy a cultivos ilícitos y convertidos en propietarios con ingresos adecuados.(20)
- Ordenamiento territorial para adecuar la división territorial del país a su realidad ecológica, económica, social, étnica y cultura¡, de manera que puedan definirse con los métodos de la democracia participativa los planes de desarrollo regional acordes con los planes de vida de las comunidades.
- Readecuación de la política económica a la sostenibilidad integral. Acabar con el modelo que deja a la economía al garete de la crisis cíclica y permite catástrofes económicas, ecológicas, sociales y culturales como resultado de auges de crecimiento.(21)
- La creación de "bandas imaginativas de investigadores para la paz", que con apoyo estatal propongan soluciones uniendo las potencialidades del Amazonas (junto con el Catatumbo y el Chocó Biogeográfico) con las demandas de la sociedad globalizada presionando por nuevos espacios.(22)
El autor propone "identificar y colectar especies vegetales, monitorear en cautiverio el comportamiento en semicautiverio de ciertos animales ... estudiar los salados amazónicos, probar las propiedades de ciertas clases de vegetación útil, a recolectar semillas nativas para procesos masivos de reforestación, experimentar diferentes clases de agricultura, a pensar en formas alternativas de transporte, catalogar las propiedades madereras de árboles aún desconocidos, establecer sitos para el turismo ecológico, delimitar zonas de reserva, estudiar la potencialidad productiva de ciertas clases de ríos, indagar las características biológicas de innumerables poblaciones de aves, insectos, mamíferos, reptiles, peces". La propuesta "sería una excusa para generar empleo en el campo del conocimiento" junto a colonos, campesinos, exguerrilleros, desempleados, académicos, entre otros.
- El aprovechamiento del banco de germopiasma amazónico vía la ingeniería genética, la medicina natural y la bidiogenética, la química fina (levaduras y microrizas para producir alimentos), la agricultura orgánica, la física de semiconductores, la farmacopea; aprovechamiento del paisaje, oxígeno, el agua, la flora y la fauna y las culturas amerindias para el turismo planetario, una de las mayores industrias de la sociedad postíndustrial y mantenimiento de la Amazonia como sumidero del C02.(23)
Así las cosas, cabe reflexionar y adelantar en el país un amplio debate sobre la conveniencia de seguir nuestro desarrollo concentrado en el interior de la geografía y de espaldas al mar. Las cifras indican que sólo un 12% de la población colombiana vive en las costas, a contrario de la tendencia mundial que ubica el 60% de la población en las costas y sectores aledaños. También preguntarse sobre las terribles y previsibles consecuencias que traería para la humanidad la extinción de la Amazonía y para el país seguir cultivando en los páramos.
Las fuerzas sociales y políticas alternativas, los académicos, deben poner este tema en el centro del debate. Ahora, cuando se insiste en la formulación de una Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, es la oportunidad para debatir en qué espacio geográfico deberá desarrollarse el país durante la centuria que comienza. Asumir este reto hace parte del proceso democratizador y está intimamente ligada a los esfuerzos de paz en los que se encuentra empeñada la sociedad colombiana.
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