Nota del editor de Urabá-hoy: Siempre con el mayor respeto, proponemos la lectura de este articulo publicado en un blog de autoría del periodista Monteriano Toño Sánchez, a quien de antemano ofrecemos disculpas por apropiarnos de su escrito para difundirlo por este medio, pero nos parece muy pertinente su visión del proceso de Justicia y Paz.
Por TOÑO SÁNCHEZ JR.
Ya lo escribió Dan Brown en uno de sus libros, "no hay nada que venda más que la desgracia humana". Parafraseándolo, digamos que no hay nada que beneficie más, ¿o enriquezca?, a muchos en Colombia, incluidas unas vampirescas Ong's, que la inexistencia del perdón y la falta de reconciliación y reparación entre víctimas y victimarios.
El 18 de enero de 2012 pasará a la historia judicial de Colombia. Ese día, en Mampuján, Bolívar, en el mismo sitio en donde la noche del viernes 10 de marzo del año 2.000, un comando paramilitar, al mando del despiadado Rodrigo Mercado Pelufo, alias 'Cadena', masacró a 13 campesinos y desplazó a más de mil personas, se sentaron más de mil 400 víctimas frente a sus victimarios. En cumplimiento de los postulados de la Ley que se conoce como Justicia y Paz. Son escasas en el mundo, por no decir que no existen, experiencias similares de este tipo de encuentros entre víctimas y victimarios.
Allí, ante un dolido auditorio integrado por niños, niñas, jóvenes, madres, padres, abuelos, viudas y huérfanos, Edward Cobo Téllez, 'Diego Vecino', pidió perdón a todas las víctimas en un sentido discurso. Luego, le tocó pararse y encontrarse, cara a cara, con familiares que le reclamaron por qué mataron a sus parientes y por qué desplazaron a la comunidad que quedó. Fueron escenas tristes, si se quiere desgarradoras para ambas partes.
Allí comenzó lo que debe ser el verdadero proceso de sanación de este conflicto. Primero el perdón, luego la reconciliación y enseguida debería venir la reparación.
Lo extraño de todo es que un acto de tanta importancia no haya tenido cabida en los medios de comunicación de este indolente y resentido país. Aquí lo que importa y vende son las masacres, la violencia, el odio y la desgracia ajena. El perdón, la reconciliación y la reparación es una letal medicina para los mezquinos intereses que mueve este 'enriquecedor' conflicto colombiano.
Aquí pareciera que es mejor mantener los fantasmas de la violencia vivos, para poder seguir beneficiándonos de este largo y sangriento conflicto, que no es más que una perversa guerra mata pobres y desplaza pobres.
Yo prefiero mil veces ver a los que antes eran un 'Diego Vecino', un 'Santander Lozada', un 'Julián Bolívar', un 'Alemán', por mencionar a algunos ex comandantes de las Autodefensas; ser hoy un Edward Cobos, un Salvatore Mancuso, un Rodrigo Pérez Alzate, un Freddy Rendón Herrera, pidiendo perdón, contando la verdad y pagando una pena en prisión, como lo estableció una Ley de la República, y no vestidos de camuflado nuevamente.
Esta gente está cumpliendo con la Ley de Justicia y Paz, al punto que hay Fiscales que en privado reconocen, que de no ser por el compromiso y la colaboración de estos comandantes, esclarecer miles de hechos delictivos hubiese sido imposible. Lástima que en público no lo reconozcan.
No hay nada más difícil en la vida que pedir perdón. Una interesantísima entrevista, publicada hace algunos días en El Tiempo, con Camilo Azcarate, abogado de la Universidad Javeriana, experto en resolución de conflictos de la Universidad de Massachusetts, conocedor del conflicto colombiano durante el tiempo en que fue miembro del Programa de Análisis y Resolución de Conflictos (Picar) de la Universidad de Harvard, dijo lo siguiente:
"Sin embargo, cambiar en el futuro no es suficiente. También hay que sanar el pasado si se quiere resolver el problema. Reconocer que se cometió un error, pedir perdón y tratar de resarcir el daño requiere mucha humildad, pero no hay otra salida de la trampa. El presidente, como representante del Estado, puede dar un gran ejemplo a los colombianos reconociendo que las fuerzas del Estado fueron usadas en el pasado de manera ilegitima y que eso fue un error. Eso no lo haría más débil; al contrario, el verdaderamente fuerte es aquel que reconoce errores y trata de enmendarlos. Hace más de una década alguien me preguntó qué podría hacer un Presidente de la República para empezar a bajar la intensidad del conflicto. Mi respuesta sería la misma hoy en día: reconocer que los medios del Estado fueron usados ilegítimamente en el pasado y asegurarse que en el futuro las necesidades de seguridad de los colombianos (que son su responsabilidad) no justifiquen el uso ilegitimo de esos medios. Si se pierde la legitimidad del Estado, se pierde el rumbo".
"Allí es cuando comienza el cambio. Muchos se preguntaran: ¿Por qué tiene el presidente que excusarse cuando las guerrillas o los paras no? Porque cuando uno comete un error uno pide perdón por lo que uno hizo, independientemente que otros lo hagan o no. Los otros tienen que vivir con sus conciencias. Ellos verán si tienen la fortaleza de también reconocer sus errores. Excusar nuestros errores por los errores ajenos es solo eso, una excusa".
¿Por qué nos cuesta aceptar que estas personas, que en un reciente pasado fueron protagonistas del conflicto colombiano, y que en ese momento lo criticábamos, ahora, que han dejado las armas y quieren reconciliarse con las víctimas y con el resto del país, le damos la espalda? ¿Será que hacemos parte de un determinismo violento?
Por otra parte, ¿será que el Inpec está en contra del proceso de justicia y paz? A la una de la madrugada del pasado miércoles un grupo especial del Inpec llegó al Patio 7B de la cárcel Las Mercedes y se llevó a 53 postulados de Justicia y Paz para Barranquilla. Y de ésta ciudad traerán 150 internos conocidos como delincuentes sociales (al interior de las cárceles los llaman despectivamente 'Chirretes').
A lo mejor, con este abusivo traslado, los postulados de Justicia y Paz no se presenten a versionar. Lo que traería más demora en el proceso. Muchos de estos internos ya habían trasladado para una pieza en Montería a su compañera e hijos. Estos últimos ya estaban matriculados en colegios.
Más hacinamiento y problemas vendrán para este centro penitenciario que está en Montería. Sería importante que Gobernador y Alcalde miraran para este sitio y no permitan este tipo de abusos. Con la llegada de estos nuevos delincuentes a la ciudad vienen también sus 'socios de trabajo' que están en la calle todavía.
Quiero terminar con lo que dijo en su discurso en Mampuján, Edward Cobo Téllez: "Señoras, señores, jóvenes y niños víctimas de Mampujan, Las Brisas, Haya, Pela el Ojo, San Cayetano, Yucalito y todas las veredas vecinas de los municipios de María la Baja y San Juan de Nepomuceno afectadas con nuestro accionar, con humildad y sinceridad les pido perdón, perdón por todo el daño causado y perdón por todo lo que pude haber hecho mejor y no hice. Si logran abrir sus corazones al perdón en el día de hoy, estaremos dando un paso inimaginable y único por la paz y la reconciliación de los colombianos. Si hoy algún corazón no puede conceder su perdón, sabré entender su sufrimiento y expresiones de dolor por el daño causado y créanme que seguiré luchando por alcanzarlo algún día, como no descansaré de trabajar por la paz y la reconciliación entre los hermanos colombianos, buscando con mis acciones presentes y futuras garantizar la NO repetición de los hechos sufridos por las comunidades, como así mismo con ello lograr el Perdón de Dios".