N del Editor: No puede generar sino desasón la actitud de personas como el hasta hace un poco mas de un año jefe supremo de las fuerzas militares de Colombia, el hoy expresidente Alvaro uribe Velez, quien propone bombardear a los "urabeños", banda criminal de desafortunado nombre y peor gestión, que ultimamente lanza desafios públicos al Estado. Esto aunado a sectores de la opinión publica y generadores de opinión como el señor Pascual Gaviria, quien no se ha asomado por Urabá lo suficiente para sacar las conclusiones que expone en reciente articulo sobre nuestra región, denominandola "tierra de condenados" y desconociendo que todo lo malo que dice que ocurrió en Urabá, se repitió de igual manera por todo el continente americano desde las épocas de la conquista.
Ese grupo se formó hace ya mas de seis años, ¿Por que el señor uribe no bombardeó los campamentos de ese grupo criminal cuando era Presidente y tenía todo el poder para hacerlo? ¿o era que lo tenia planeado para su tercer periodo presidencial? o es que se adhiere a la tesis del señor Gaviria y nos condena a todos los urabaenses. No podemos sino pedir respeto para los cientos de miles de honestos habitantes de Urabá.
A modo de desagravio, transcribimos una columna de opinión del doctor Jaime Jaramillo Panesso, quien si ha ido a Urabá, la conoce y ha sufrido todos los males que sufren sus habitantes.
La banda de los hermanos Úsuga
Jaime Jaramillo Panesso
Para muchos colombianos Urabá debe parecerles al viejo oeste norteamericano, pero en vez de pielrojas, siux o apaches y bandidos blancos en cabalgatas, la escena se llena con paramilitares, guerrilleros y bandas narcotraficantes. Quizás otra sea la visión, una parecida a algún país africano de pequeños ejércitos privados que en vez de diamantes o coltan, luchan por tierras ganaderas, plataneras, bananeras o sembrados de coca. Están equivocados. Urabá es parte de Colombia, la mejor esquina en pequeño de otra esquina más grande que es nuestro país. Urabá es la tierra firme que rodea un golfo del mismo nombre donde llegaron los españoles, 1501, pocos años después de Colón encontrar la isla La Española, o sea, República Dominicana y Haití. Urabá perteneció al Estado del Cauca y luego a Antioquia que solo la incorporó a su economía y administración real hace unos sesenta años. Fue tierra de promisión y de colonización. La carretera al mar, Medellín-Turbo, se inauguró en 1955. Allí llegaron los desplazados de la guerra civil liberal-conservadora de los años cincuenta del siglo anterior. También ingresaron los negros del Chocó y los chilapos de Córdoba. Es una Antioquia distinta a la andina.
Urabá tiene hoy medio millón de habitantes, once municipios, una capital regional, Apartadó, y una recuperación muy alta que no deja de ser intervenida por dos grupos armados al margen de la ley: la bacrim auto denominada Autodefensas Gaitanistas y las Farc. A la bacrim AG que fundara Mario Rendón, hoy en prisión, pertenecen los hermanos Úsuga, quienes la dirigen. Uno de ellos fue dado de baja por la policía en días recientes, Juan de Dios, alias Geovany, en el municipio chocoano de Acandí, hecho que desató un “homenaje” al occiso: las amenazas de violencia sobre la población civil que condujeron a un paro de actividades no solo en Urabá, sino que se amplió en forma de arco hacia el norte del país costanero hasta Riohacha.
Los Úsuga son oriundos del norte de Urabá, Pueblo Nuevo y Mulatos. Sobreviven a las tres guerras habidas en la región, porque aprendieron a vivirlas cada una de ellas. Territorio del EPL, una organización maoísta que dominó toda el área con la mejor y mayor capacidad de fuego y de organización social, en especial el sindicalismo bananero. Las FARC que la trajo, in vitro, con los primeros colonos trashumantes y que aún tiene presencia en el Nudo de Paramillo y en el Darién, a más de milicias urbanas. Los Úsuga militaron en el EPL desde muy jóvenes. Cuando esta organización se desmovilizó, 1991, los Úsuga quedaron al lado de los caraballistas que repudiaron el acuerdo, se aliaron con las FARC e iniciaron el exterminio de los desmovilizados que tomaron el nombre de Esperanzados (EPL con nueva traducción: Esperanza, Paz y Libertad). Posteriormente la guerra estuvo en manos de las ACU, Autodefensas de Córdoba y Urabá, al mando de los hermanos Castaño y a donde fueron a parar los Úsuga. Al crecer las autodefensas tomaron el nombre de AUC, Autodefensas Unidas de Colombia, con cubrimiento nacional. En el 2002 se inicia la desmovilización y entrega de armas de las AUC, bajo la orientación del Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, a quien tanto le debemos y que los quintacolumnistas de la violencia y de la vindicta tratan ahora de enlodar. Los Úsuga se marginan de la desmovilización y hoy son los actores principales de las Autodefensas Gaitanistas. En resumen: ellos configuran los individuos modelos de síntesis de guerrilleros, paramilitares y bandas criminales y traficantes que han llegado hasta el siglo XXI, con el acumulado negativo de lo que no debe ser un ciudadano colombiano.
Pero los urabaenses no son los “urabeños”. En Urabá el homicidio está en muy bajo nivel de ocurrencia, la sociedad civil se ha fortalecido y las instituciones funcionan, los partidos tienen plena actividad y el sindicalismo actúa libre y protegido. La industria bananera cumple con las cargas y los pliegos laborales. Hay serios problemas de vivienda, pero existen las bases para un “pacto social” que integre los esfuerzos privados, públicos y sindicales para solucionar el déficit social de la región. Los urabaenses no son los “urabeños”.