miércoles, mayo 23

EL OLOR DE LA GUERRA


Tomado de REVISTA ARCADIA

Por: Marta Ruiz.



Conozco a un hombre al que un olor lo sacó de la guerra. Era un combatiente revolucionario convencido. Había soportado con estoicismo la tortura, la cárcel, la soledad y la austeridad del monte. Había disparado cientos de veces su arma. Estaba dispuesto a morir como lo hacen muchos guerrilleros, con la idea de que la muerte los purifica, y los eleva a un nivel superior de vida. Una idea mística que los ha mantenido al resguardo de la inutilidad de sus existencias.

Pero un día cualquiera fue testigo de algo terrible. Un hombre de su edad, combatiente como él, joven y valiente, acababa de ser destrozado por varias granadas y disparos. Estaba moribundo. Su cuerpo lleno de heridas y de esquirlas ya no sangraba: el pus y los gusanos manaban de sus llagas. A varios metros de distancia, su carne putrefacta olía a mortecina. Pero era un hombre vivo. Un hombre cuyo corazón palpitaba y que suplicaba ya no para ser salvado, sino para que sus compañeros le trataran con caridad: que lo mataran. Sobrevivir era demasiado insoportable. El hombre que conozco sintió que todas sus ideas altruistas sobre la violencia se vinieron abajo. No fue capaz de empuñar más las armas. Su amor por la guerra se transformó en desazón y asco. Y tuvo que abandonarla.

Nicolás Maquiavelo dice en el Arte de la Guerra que los hombres que se dedican toda la vida al combate no son confiables. Son mercenarios y no ciudadanos. La guerra horada el espíritu de las personas, lo vuelve putrefacto como el cuerpo de aquel moribundo. Eso mismo le ocurre a un país que abraza con fervor al principio, y luego con indiferencia y cinismo, el camino de la violencia. Como Colombia.

Hace poco leí en el libro de Eduardo Pizarro sobre las Farc (reditado a finales del año pasado) su inquietante temor: “a veces pienso que en Colombia la confrontación armada no tendrá un cierre simbólico, un antes y un después, sino que viviremos la lenta descomposición de las dos guerrillas que restan en la arena de la guerra”. Comparto ese miedo a que no haya fin. Sólo un desgaste perpetuo, fronterizo e inútil que nos deje como resultado una nación herida, de la que supura odio y exclusión.

La paz se ha convertido en una palabra desprestigiada y proscrita. Un estigma sobre el que cabalgan aquellos que defienden el plomo y la pólvora, pero que no conocen su olor. Aquellos que abrazan sus intereses y rentas, y no sus desdichas.

Desde que escribe comunicados, Timochenko me ha hecho pensar en ese hombre al que conozco, al que el espectáculo de un cuerpo descompuesto le otorgó el sinsentido de la guerra. Tras su grandilocuencia, su discurso pomposo que invoca castigos celestiales, carros de fuego y batallas homéricas, se escurre el dolor por la muerte. Por los suyos: Reyes, Cano, Ríos, Jojoy. En sus palabras, la muerte es una pesadilla, una afrenta, y la guerra, un fardo pesado que llevan sus combatientes obligados por las circunstancias. No ya el camino inexorable hacia el futuro. No son los muertos ya las piedras que tapizan la victoria. Trata de darle sentido a una guerra que ya no lo tiene. Hay en su voz un resquicio de humanidad. ?Timochenko teme la humillación en la derrota. Porque la derrota ya parece consumada. Clama por un diálogo que devuelva los tiempos idos. Aquellos donde era dable discutir con las Farc el país del futuro. Pero presumo que esos tiempos solo volverán sobre la base de un imperativo: abandonar la guerra. ¿Tendrá Timochenko el coraje de reconocer el desastre que ha causado su violencia?

Santos tiene en sus manos la victoria de la guerra. Y en consecuencia, la oportunidad de ser generoso. Y podrá serlo tanto como la sociedad se lo permita. Eso si se alzan voces diferentes al bullicio de las extremas (derechas e izquierdas) que quieren condenarnos a una confrontación sin final.

Soy de las que piensa que estamos en un momento crucial. La guerra todavía nos huele mal. Remotamente mal. Pero como todo, podríamos acostumbrarnos a ello. A su hedor apestoso. Convertirnos en un país mercenario para siempre. En una nación cuyas heridas putrefactas ya no conmuevan a nadie.

Las Tiendas de Paz son el camino del retorno en Antioquia




Las tiendas para la paz buscan acercar los víveres y la comida a los habitantes de corregimientos.Foto: Archivo Particular.Iniciativa de la Unidad de Víctimas le apuesta al retorno de las comunidades del oriente antioqueño.Oriente antioqueño. Cocorná, San Francisco, San Luis y Granada son municipios del oriente antioqueño que comparten un pasado común manchado por la violencia que dejaron grupos guerrilleros y paramilitares. El desplazamiento fue la principal cicatriz de su acción armada, que de a poco se ha ido curando con el retorno de los campesinos a sus tierras."Por acá somos ricos en hijos, pero en plata quedamos muy pobres por el desplazamiento", señala Calixto Ciro, un hombre de campo, que se crió en la vereda San Isidro, en San Francisco (Antioquia). A sus 69 años es el presidente de la Junta de Acción Comunal de esta vereda y uno de los beneficiarios de Tiendas de Paz, iniciativa de la Unidad de Atención y Reparación a las Víctimas del Departamento para la Prosperidad Social (DPS), apoyada por Bavaria, el Sena y la Corporación Interactuar. Este proyecto, que nació de la estrategia Retornar es Vivir, del Gobierno Nacional, le apuesta al retorno de las comunidadesque dejaron el campo por la violencia, otorgándoles proyectos de vida que les brinden una estabilidad socioeconómica. "Tiendas de Paz nace de un ejercicio que tenía la misma comunidad antes del desplazamiento. Ellos tenían tiendas comunitarias en las que la gente accedía al producto mínimo de la canasta familiar. La idea es que ahora esos negocios se conviertan en centros de acopio y, a través de ejercicios como el trueque, se pueda tener impacto y sostenibilidad", explica Magdonia Pérez, asesora del grupo de retornos y reubicaciones de la Unidad de Víctimas del DPS. Con la presencia de los actores armados en la región, las tiendas veredales se convirtieron en fortines, pues allí se abastecían para iniciar sus patrullajes. En algunos casos, los encargados de estos negocios fueron estigmatizados por miembros de un bando, quienes los acusaban de apoyo al enemigo. Pero para el campesino, la tienda era el lugar de reunión y a la vez elcentro de abastecimiento que le evitaba movilizarse durante horas hasta la cabecera municipal para buscar sus elementos de primera necesidad.Recuperar esas facilidades es una de las premisas de Tiendas de Paz, que en su primera fase permitió fortalecer cuatro establecimientos y crear dos nuevos.Calixto y sus vecinos estrenaron hace unos cuatro meses su tienda en la vereda San Isidro. Se trata de una construcción de dos pisos, con fachada de ladrillo, junto a una trocha por la que transitan algunas motos, mulas, caballos, gente a pie, y, una vez a la semana, un bus escalera. Sobre el techo cuelga pan en bolsa. En las neveras reposan las bebidas y los lácteos. En las vitrinas, que dan la bienvenida, están algunas golosinas y elementos de aseo y hasta de papelería. Sobre los estantes del fondo se ven el arroz, los granos, la panela y el aguardiente. Nelson -el administrador- atiende a los clientes y registra las ventas en un moderno computador, dotado de software para llevar el inventario, que además sirve de radio. Afuera, María Lucena Martínez, quien se encarga de la tienda de jueves a sábado, comenta que "lo que más se vende es arroz, panela, gaseosa", aunque uno de los clientes de paso se atreve a decir que la reina en ventas es "la agria (cerveza)". María Lucena vive en la vereda hace 19 años y en el 2003 salió desplazada hacia San Francisco. "La zona estaba minada. Dicen que por la parte de abajo venían los 'paracos' acabando con todo, entonces a uno le da miedo y se va", recuerda. Resalta que "la gente está muy contenta con la tienda, es el centro de reunión por las tardes. Es un proyecto muy bueno, pero más bueno va a quedar cuando podamos hacerle el techo, un piso en la entrada y así tener mesas". La tranquilidad y la esperanza que años atrás atravesaron las balas hoy las están recuperando no solo los habitantes de la vereda San Isidro, sino también los de Cocorná, San Francisco, San Luis y Granada, donde se replicó esta iniciativa. "Este tema va a jalonar muchas cosas, un tejido social importante alrededor de la tienda, un tema de trabajo en equipo, fortalecimiento a las Juntas de Acción Comunal, que son importantes para el desarrollo de las veredas", manifiesta Fernando Jaramillo, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Bavaria, quien anunció un apoyo de 450 millones de pesos para una segunda fase, y no descartó que se extienda a otras regiones del país. Nicolás Congote GutiérrezEnviado especial de EL TIEMPO*




martes, mayo 15

EN BLANCO Y NEGRO

 |14 Mayo 2012 - 11:00 pm TOMADO DE EL ESPECTADOR.COM
En blanco y negro
Por: Aura Lucía Mera

Si la polarización existente en Colombia se pudiera sintetizar en un sola persona, ésta sería Piedad Córdoba.Así como su origen, padre negro y madre blanca, todos sus actos, sus palabras y sus gestos son calificados implacablemente en blanco y negro. O se le quiere o se le odia. Le pregunté a un amigo, conocedor como nadie sobre nuestra historia, si algún día veríamos un país despolarizado. Me respondió que no aspiraba a tanto, pero que le gustaría ver una Colombia con una polarización civilizada. Algo que veo casi inalcanzable.Pero vuelvo a Piedad. Me encantó la última entrevista publicada en la revista Bocas de El Tiempo, realizada por María Paulina Ortiz. Preguntas bien hiladas, respuestas salidas del alma. El alma de una mujer valiente. El alma y los sentimientos de una mujer que —no sé de dónde ha sacado las fuerzas— nunca se ha dejado arrinconar ante las acusaciones más viles.Querámoslo o no, el retorno a la libertad de muchos hermanos secuestrados por una guerrilla que hace años cambió sus ideales —creo que muy al comienzo los tuvieron— por el narcotráfico, el asesinato de civiles, el terrorismo y la barbarie. La libertad de ellos, repito, se la debemos, en gran parte, grandísima parte a Piedad Córdoba.Algunas de sus declaraciones escandalizan. Políticos de triple moral se rasgan las vestiduras. La acusan de guerrillera. Pero si analizamos sus palabras, sin dejarnos llevar por el odio atávico, tendremos que reconocer que en la mayoría de los casos tiene la razón.Su último logro tiene al borde de un ataque de nervios a gamonales. Uribe está al borde de tomar folidol. La clase dirigente, que entre otras es la responsable del mal manejo ancestral de la política, de toda la violencia y sangre desatada. Si desde los sillones de los salones del Jockey los dueños del país se hubieran tomado la molestia de tomar en serio al campesinado desplazado por la violencia partidista, estoy segura de que nuestra realidad sería muy diferente.El pasado no se puede cambiar. Somos el fruto de él. Pero lo que sí es un hecho es que estamos saturados de sangre, de desigualdades. Por eso al movimiento de la Marcha Patriótica tenemos que tomarlo en serio. Es la verdadera oportunidad para escuchar las voces de los que nunca han tenido voz. Es la oportunidad para el acercamiento y la reconciliación. Piedad Córdoba es representante por la izquierda liberal. Logró reunirlos. Millares, pacíficamente, pidiendo que cesen las matanzas.Marcha Patriótica, si no se deja polarizar, puede llegar a ser la verdadera fuerza política de una izquierda racional en Colombia. Si no cae en la trampa de la politiquería, las prebendas, la corrupción o la manipulación de las Farc.Personalmente felicito a Piedad Córdoba. Es una mujer berraca, quien desde pequeña le tocó vivir en carne propia la discriminación. No se le perdona que sea hija de negro, hija de blanca, que sea de izquierda, que diga las cosas. Muchos la quieren ver muerta. Últimamente se han descubierto para eliminarla. Dios la proteja. Necesitamos más Piedades. Menos procuradores curuchupas y menos expresidentes esquizofrénicos. Tenemos que cambiar. La respeto y la admiro. Tengo el paraguas listo para contener la lapidación.

CARTA AL CONGRESO PARA QUE APRUEBEN EL "MARCO LEGAL PARA LA PAZ"







Medellín, Mayo 14 de 2012


Honorables
Representantes a la Cámara
Comisión Primera
Congreso de la República de Colombia


Cordial saludo.


Estamos viviendo un momento muy especial del país, pareciera que las puertas del desarrollo, la democracia y la paz se fueran abriendo cada vez más, conduciéndonos hacia un porvenir más próspero.


Como muchos saben abandoné totalmente la guerra, asumí como compromiso interior y público el trabajar hasta el final de mis días por la paz de Colombia, que junto al pedido continuo de perdón a la sociedad por lo que hice desde mi actividad en las armas, es la forma que tengo de reparación y no repetición. Desde esta experiencia me quiero dirigir hoy a ustedes honorables miembros de la Cámara de Representantes.


Estuve detenido por 16 años, en dos ocasiones y en diferentes prisiones del país. Hoy continuo sub-judice y lo estaré todavía por 6 años más. No fue esta larga condena lo que me motivó a abandonar la guerra, sino la convicción de acabar con esta barbarie, causada por todos los actores y que afecta a toda la población. En mi caso particular no conté con una oferta digna y menos con una herramienta jurídica diferente a la justicia punitiva. En verdad nunca fui para mis excompañeros un ejemplo motivante para un proceso de paz. Hoy ustedes, señores Representantes, con el Marco Legal de Paz tienen la oportunidad histórica de construir esa oferta digna y motivar el último proceso de paz y reconciliación.


Motivado en esta reflexión escribí una carta pública a mis excompañeros del Comando Central del ELN pidiéndoles que antes de iniciar cualquier proceso de negociación tomaran la decisión interna de abandonar definitivamente las armas, como premisa básica para el éxito del último acuerdo político de conciliación en Colombia. He mantenido, además, un intercambio permanente con el Senador Roy Barreras y la Comisión de Paz del Senado en aras del análisis, reflexión y fortalecimiento de los postulados que hoy están expuestos en el proyecto de ley.


El gobierno del Presidente Santos cuenta con suficientes recursos económicos y militares, con una fuerza insuperable y con gran capacidad de combate para enfrentar la violencia, el Estado no está en riesgo. Pero no cuenta con instrumentos jurídicos, ni con la unidad de criterios y proceder en las Ramas de Poder Público ni en la sociedad para convenir el pacto final de paz. El principal problema no es la guerra, es cómo construir el cese de la violencia. Las instituciones estatales sólo se han ocupado temporalmente de la paz, y más bien se han dedicado a administrar el conflicto tratando de reducirlo a niveles tolerables para garantizar su autoconservación ; en razón de ello al ejecutivo históricamente se le ha otorgado facultades extraordinarias para combatir militarmente las diferentes expresiones de violencia, incluso para tributar a favor de la guerra. ¿Por qué hoy esta institucionalidad, después de 50 años de violencia ininterrumpida, no puede buscar medidas excepcionales para culminar definitivamente el conflicto en Colombia?


Para que una propuesta sea viable, el Estado en su conjunto debe comprender que no va a ser posible el exterminio de la guerrilla por la vía militar, ni mediante el plan de recuperación social del territorio. Hay fenómenos muy profundos en la estructura de la violencia y su relación con el Estado, la sociedad y la vecindad latinoamericana que hacen imposible la pacificación total y permanente del país por la vía de la confrontación estrictamente militar.


Por otro lado, no será conveniente una negociación si la insurgencia no cuenta con la voluntad interna de abandonar definitivamente la guerra. Sin embargo este camino se allana cuando se piensa que es posible abandonar la guerra, si hay una oferta alternativa que convenza a la guerrilla de que la paz es un camino más eficaz y de mayor beneficio social, grupal e individual que la guerra de resistencia.


No podemos seguir pensando en la paz con la falsa idea de que unos violentos son buenos y otros violentos son malos. La bondad o la maldad se ha de expresar en la concreción del cese real de la violencia. La oferta del Marco Legal de Paz y la conciliación no solo puede ser para los actores ilegales, la paz es para todos los que hayan participado de una u otra forma en la violencia, los militares que incurrieron en delitos graves en medio de la confrontación también deben hacer parte de esta decisión legislativa.


Es con el otro con quién más necesitamos el diálogo. Es con el opositor con quien se concilia. Es con el actor armado desestabilizador con quien se pacta y se negocia la salida política. De otra manera, seguiremos observando lógicas de transformación y de degradación todavía más complejas. Por lo tanto, es urgente construir una “oferta digna de paz” que se sirva como alternativa final. Oferta que tenga los sellos de legalidad y constitucionalidad más allá de la Ley 975 de 2005 o de Justicia y Paz, más allá del programa de desmovilización individual promovido por el Gobierno. Oferta que contemple soluciones regionales donde permanece el conflicto y sus ejércitos, con desmovilización in situ y procesos de arraigo territorial y estabilización de la vida de los excombatientes, y sobre todo, con garantías jurídicas para todos, universales y que no colisionen con el accionar de la Corte Penal Internacional.


He leído por los medios de comunicación que un grupo de Representantes prefieren que se archive el proyecto antes que legislar a favor de la impunidad. Se puede creer que se es impune cuando solo se ven los efectos inmediatos de una decisión, pero ciertas decisiones vislumbradas estratégicamente a mediano y largo plazo se pueden considerar justas y necesarias. La justicia de vencedores, puede obstaculizar la llegada de una justicia que practique lo que nuestra sociedad demanda con urgencia, la reconciliación.


El valor que puede mediar para solucionar el debate (el dilema) frente a la impunidad que algunos temen se le conceda a los perpetradores, es el valor de la “verdad”, paralelo al valor de la reconciliación. La verdad es el núcleo de la justicia. La verdad no es otra cosa que la posibilidad de encontrar el hilo conductor para la atribución de corresponsabilidades. Sin ella, tampoco habría ponderación en la reparación de daños a las víctimas. Para llegar a la paz, habrá que atravesar el doloroso sendero de reconocernos en la verdad del conflicto y permitirnos ser en la reconciliación. Dada esta apropiación, alcanzaríamos a firmar la garantía de no repetición.


Pienso que antes de tomar una decisión a favor o contra del archivo del proyecto, se podría pensar en buscar los mecanismos que abran una especie de debate y consulta dirigida a las víctimas, y a los mismos actores armados que los motive a pronunciarse y sentar su posición en temas que indudablemente les atañe. Sondeo que sirve para calibrar el posible alcance de la iniciativa: Por ejemplo, sería válido cuestionarle a los actores de la violencia:


1.- ¿Han tomado la decisión interna de abandonar definitivamente la violencia?


2.- ¿Cómo conciben su vida y su actividad en la legalidad?


3.- ¿Qué tanto están dispuestos a aportar para la verdad y entregar o participar para la reparación?


4.- ¿Son conscientes de que no hay otro camino para la reconciliación nacional que el aceptar la negociación y la dejación de la armas, como principales gestos para la solución política?


Y al lado de estos interrrogantes cabria preguntarles a las víctimas del conflicto: ¿Es válido aceptar el desmonte de la violencia de los actores armados como punto de partida para el perdón, la verdad y la reconciliación?


Quienes desde el Estado han tenido mayor conocimiento del pensamiento y las lógicas de paz de las guerrillas, han sido los Altos Comisionados para la paz, convendría invitarlos a sus seciones para que pongan en comun sus experiencias y sus iniciativas.


Frente a un país a la expectativa de alcanzar la paz y una comunidad internacional vigilante, el Congreso debe actuar con sumo equilibrio. Ustedes no pueden legislar bien si no cuentan con la realidad de los afectados, de los interesados y de la gente. Recuerden que no se legisla para el pasado, se legisla en favor del país para el buen porvenir.


El conflicto armado y las expresiones de guerra que de él han derivado ha servido para la intensificación demencial de nuestras violencias. Es por eso que ya es difícil entrever unos mismos estatutos y prácticas para la solucion de las distintas formas de violencia . Es imprescindible crear el lenguaje, los métodos y los marcos normativos para el tratamiento político de la violencia en Colombia.


Independientemente del curso que tome la decisión del Congreso de la Republica, no puedo dejar de plantearles una inquietud: Una reforma constitucional que solo sirva para aplicarse a la guerrilla, puede ser un buen inicio, pero quizá no sea consecuente ni con el tamaño y la naturaleza de la violencia, ni con la estructura y el alcance de una estrategia de paz. La ampliación del marco constitucional para la paz, debería proveer las mejores herramientas posibles para el tratamiento definitivo de todos los fenómenos que han surgido en estos 50 años de violencia. No se puede estar deshilachando y manipulando indefinidamente la Constitución Nacional para estarla acomodando a soluciones temporales y parciales. Solo es posible hacerlo cuando interprete el sentir de un país, y el querer del pueblo hoy es la paz.


Tal vez a esto se deba el pronunciamiento del señor Fiscal de la Nación en estos últimos días, cuando indica que el futuro Marco Legal para la Paz debe ser abierto, pensado en la superación de las rigideces que lo anclan exclusivamente a la noción delito político. El concepto de conductas de rebelión, sedición y asonada, son ahora insuficientes para dar cuenta de la realidad de violencia que viven los colombianos.


“La locura es hacer lo mismo, una y otra vez, pero esperando resultados diferentes”, decía Albert Einstein. No podemos prolongarnos en 50 años más de locuras. Al Estado le corresponde ser ambicioso y generoso en su tarea de construcción de la paz, que no puede alcanzarse sin pensar seriamente en generar iniciativas eficaces y diferentes para la superación definitiva del conflicto armado, el único y más antiguo del continente; que no nos ha permitido hacer una transición real al siglo XXI. No podemos permitir que la lógica de la guerra, articulada en sus distintas variables, haga cada vez más distantes nuestras posibilidades de construcción de una sociedad plural e incluyente, democrática y justa.


Atentamente,


Francisco Galán


Director Político, Corporación Casa de Paz

domingo, mayo 13

"ESTADOS UNIDOS APOYARÌA UN PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA"



ENTREVISTA

Adam Isacson, coordinador del Programa de Políticas de Seguridad Regional de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), cree que a mediano plazo Colombia podría estar al nivel de Brasil. Pero que si Santos decepciona el conflicto puede dispararse de nuevo. ENTREVISTA POR ARCOIRIS.COM


Arco Iris: ¿Qué balance hace sobre la relación de Colombia y Estados Unidos durante el gobierno de Obama?


Adam Isacson: Han puesto a Colombia en una especie de autopiloto, a gastar toda la energía política, todos los recursos políticos en las negociaciones para el TLC. Se tiene a Colombia como aliado clave. Se ha vendido además la idea de que las cosas siguen mejorando en Colombia y entonces no hay que verlo como emergencia. Han surgido dos nuevos escenarios importantes: Brasil como socio, y México y Centro América como zonas de crisis de violencia. Las relaciones seguirán amables, pero el abrazo carnal de los últimos 10 años se va debilitando.


AI: ¿Cuáles son las prioridades de Obama con Colombia?


Adam Isacson: Ante todo sigue siendo disminuir la oferta de cocaína y quieren seguir con los mismos programas actuales. De igual manera tienen interés en expandir los programas de consolidación territorial. En el último año y medio la cooperación ha estado por 250 millones de dólares en contratos para ese programa, además de incrementar el comercio.


Asimismo, Colombia ha recibido además del presidente Obama, visitas por separado en los últimos dos meses del Jefe de Estado Mayor Conjunto, el Almirante Michael Mullen y del Secretario de Defensa, Leon Panetta por separado, lo cual es muy significativo y peculiar. Han hablado con los colombianos sobre un nuevo paquete menor de defensa aunque sea más orientado a la inteligencia y los equipos de alta tecnología.


AI: ¿Cómo cree que evolucione en Estados Unidos y el continente el debate de la lucha antidroga?


Adam Isacson: Va a haber cambios pero ese cambio no vendrá de Washington, aunque a nivel local en varios estados y ciudades se está pasando a la legalización de la marihuana. La marihuana es una cosa especial, es menos adictiva que el mismo alcohol y se supone que va a hacer menos daños sociales al legalizarla. Entonces este año si no estoy mal en el Estado de Colorado, en Washington y otros van a legalizar la marihuana.


Sobre esa droga hay cambios, sobre el tema de la cero tolerancia en general la corriente va a otro lado, se está buscando más inversión en el tratamiento para los adictos. Pero nadie está proponiendo realmente por el momento descriminalizar o regular heroína, anfetaminas éxtasis ni cocaína, porque el consumo es demasiado alto.


Estados Unidos seguirá a nivel internacional empujando un modelo prohibicionista pero menos duro que antes.


AI: ¿Se va a aligerar la política en algunos sentidos?


Adam Isacson: Se está suavizando


AI: ¿En qué sentido se está suavizando?


Adam Isacson: En la manera en que Estados Unidos habla de oferta de droga. En la retórica se habla de crimen organizado y violencia, de tráfico de todo, no sólo de droga, como amenaza a los estados. Antes la ayuda se enfocaba en reducción de la oferta: fumigaciones, o unidades especiales de ejércitos o policías antidrogas. Ahora se habla de reformas institucionales a la seguridad pública y para la reforma judicial en Centroamérica y en Colombia. Ya la ayuda en Colombia es un 60% va enfocada hacia allí, menos policial y militar. Además va a prioridades no militares, en el auge del plan Colombia era un 85% la ayuda militar y policial, y así ha ido cambiando y suavizándose.


AI: ¿Y en el tema de Derechos Humanos como le va a Colombia con Washington?


Adam Isacson: En derechos humanos creo que dos señales han sido mezcladas: como el gobierno de Bush, ha seguido certificando según la ley, que las fuerzas militares colombianas están mejorando su colaboración con la justicia en los casos de derechos humanos. Pero creo que gracias en parte a esos condicionamientos, el gobierno de Obama si tenía que expresar su inconformidad con la reforma propuesta al fuero militar, porque hubiese imposibilitado la entrega de gran parte de la ayuda, bajo la ley estadounidense.


AI: ¿Apoyaría Estados Unidos un proceso de paz en Colombia?


Adam Isacson: Con la excepción de la extrema derecha casi todos los gobiernos de USA quieren ver un proceso de paz en Colombia. Es algo que apoyarían.


AI: ¿Como ve el surgimiento de la Marcha Patriótica?


Adam Isacson: En general lo veo como positivo, ni idea que sería de sus relaciones con las FARC, pero si las FARC tenían capacidad de enviar 20 mil o 30 mil personas a las calles de Bogotá, eso es un poder de convocatoria de ellos que nunca he visto, en mis 15 años de trabajo en Colombia. Entonces creo que había mucho más, algo mucho más que las FARC involucrado en eso.


Pero es evidente que las FARC estaban probando, mirando y escuchando; quieren saber la acogida que tiene este movimiento, porque creo que como no hemos visto en los últimos 20 años, ellos si están probando la política. Eso le pone los pelos de punta a muchos.


Pero yo veo eso como algo muy positivo, porque al ‘Mono Jojoy’ a Manuel Marulanda en los últimos años, les interesaba un carajo la política.


AI: ¿Cómo ve a Colombia en estos momentos?


Adam Isacson: Es un cliché decir que Colombia está en un cruce de caminos, pero creo que durante el gobierno de Uribe no se podía decir eso. Ahora sí, dependiendo de la capacidad de la clase dirigente en Bogotá de sacar adelante las reformas que han prometido a favor de la Colombia rural mas pobre. La restitución de tierras a las víctimas puede incrementar la legalidad en las zonas mas conflictivas del país. En 10 años se podría estar hablando de una Colombia del mismo estilo de Brasil, de ser uno de los países más desarrollados del mundo. Si el gobierno de Santos levanta esperanzas y decepciona de nuevo estaríamos hablando de un rejuvenecimiento fuerte del conflicto.

viernes, mayo 4

Gobierno dice a HRW que no habrá impunidad


Gobierno le dice a Human Rights Watch que no habrá impunidad

tomado de:   

Juan Carlos Esguerra

El Ministro de Justicia afirma que la investigación de todas las denuncias tardaría 100 años.

El ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, respondió en una carta, anoche, a las críticas que hizo el director de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, al marco jurídico para la paz, y reiteró que la iniciativa no abrirá "espacios de impunidad".En la misiva, el ministro le explica cuáles son las motivaciones del Gobierno para apoyar el proyecto, y dice que "la simple imputación de los hechos denunciados -cerca de 340.000 hasta la fecha- podría tardar cerca de 100 años".Esta iniciativa de acto legislativo será sometida al sexto de ocho debates reglamentarios el martes en la plenaria de la Cámara.La iniciativa ha sufrido ajustes entre el texto aprobado en quinto debate en la Comisión Primera de la Cámara y lo propuesto en la ponencia que será debatida.Y aunque algunos ponentes creen que esos cambios harán que únicamente sean beneficiados con la libertad los desmovilizados que no tengan investigaciones, el texto no señala tajantemente esa excepción y deja abierta la posibilidad de que autores de delitos, que no sean los máximos responsables, se desmovilicen sin ser procesados. HRW ha dicho que estos cambios no evitan que haya impunidad en el país.En tal sentido, el ministro Esguerra insistió en que el mecanismo de selección de casos para investigar, "lejos de propugnar la impunidad, pretende esclarecer la verdad y atribuir responsabilidades"."La selección permite concentrarnos en la persecución penal de los crímenes más graves y el esclarecimiento y desmantelamiento de estructuras organizadas de poder. De ahí que, al contrario de lo que usted sugiere, serían precisamente las masacres, las desapariciones forzadas y las violaciones sexuales, entre otros delitos, los que serían perseguidos penalmente", explica la misiva del ministro.Añade que "los textos constitucionales, por naturaleza, son de textura abierta; son el legislador y luego los jueces los llamados a interpretarlos con miras a su correcta aplicación. Ya vendrá, entonces, la oportunidad del desarrollo integral de los postulados fundamentales de este proyecto mediante las leyes pertinentes, por el momento inexistentes y, por lo tanto, imposibles de analizar a priori".