¿Tendencias inexorables? (1)
PorMoritz Akerman
Las consideraciones que he hecho, en las columnas anteriores, sobre la influencia paramilitar y sobre la falta de gobernabilidad y decisión política para que se aplique efectivamente la Ley a su creciente poder en la vida civil, buscan llamar la atención sobre la "nueva" democracia que se está impetrando. Con su reinserción-transformación en actor decisorio en la vida del país, proceso que culmina y estimula la Ley de Justicia y Paz, se estarían acentuando tendencias que parecen inexorables en la época. ¿Qué he querido significar? Que pese a ser un actor de particular violencia e ilegalidad, la sociedad tiene cierto nivel de tolerancia, o si se quiere, de aceptación sobre el paramilitarismo. Son múltiples las denuncias de los Medios y de sectores políticos sobre su ilegalidad supérstite, pero no hay ciertamente una reacción nacional que les imponga una reinserción transparente. A riesgo de sesgar el análisis, debiésemos preguntar qué pasaría si esto sucediese con una reinserción guerrillera. Hago esta comparación en el entendido de que el lector sabe que no tengo ninguna simpatía por unas organizaciones igualmente despreciables y condenables. Pero entonces, debemos preguntarnos ¿Qué hace la diferencia? ¿Por qué la tolerancia con los paras?Una respuesta facilista sería que esta tolerancia la genera el Gobierno. No creo que ese sea el asunto. En el Gobierno ha habido debate sobre que sería mejor para la democracia y para la herencia política de este Gobierno, que estas fuerzas no entraran en la vida civil y legal con tal poder de deformación de la política y la economía. Luego, la diferencia está más allá. En mi modesta opinión, la diferencia surge de ciertas tendencias de la época que no son sólo nacionales. Y de antemano advierto que no trato de exculpar la responsabilidad del Gobierno, con una salida de "mal de todos, consuelo de tontos". No. De lo que se trata es de encontrar causas más intrínsecas. Me parece que en el mundo se nota cierta tendencia al fortalecimiento de regímenes de autoridad y seguridad, gobiernos del 'hegemonismo autoritario'. Siendo el Gobierno caudillista de seguridad y las fuerzas paramilitaristas expresiones distintas y de origen totalmente diferente, coinciden en proveer sensación de seguridad para el discurrir económico del país. Por lo tanto, en el imaginario popular aparecen como parte de la misma tendencia y repuesta social. Ante la creciente incertidumbre en la vida contemporánea, se hace central y determinante la búsqueda de seguridad, aún a costa del sacrificio de ciertos niveles de libertad y democracia. Parecería que la ansiedad de seguridad impulsa a los hombres, a la Política y a la misma sociedad a sacrificar esa libertad y democracia en "beneficio" de obtener esta sensación. Sería esta tendencia la que le abre caminos a los gobiernos más verticalistas y autoritarios. Estos gobiernos tienden a aparecer como no-intervencionistas en lo económico, pero son en efecto, más dirigistas en la imposición de las relaciones que dan seguridad al capitalismo como condición de estabilidad, sensación de seguridad para el capital pero también el empleo. En Colombia, la izquierda guerrillera y sectores de la izquierda legal anarco-sindicalista abonaron el camino a las expresiones autoritarias que los paramilitares supieron capitalizar para la derechización de la política y las formas de conciencia social. Pero por otras causas o factores pasa algo semejante en E.U., en China o en India que aquí en Colombia. Y si me preguntan por Europa sólo puedo decir que, dada su tradición democrática y social, Europa ha quedado perpleja frentes a estas tendencias.